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Ciudad Rodrigo

Con uno de los patrimonios más fascinantes de nuestra historia

A unos 10 km de Saelices el chico, municipio donde se encuentra la “Fuente de Saelices”, se ubica Ciudad Rodrigo, el principal motor de la comarca con un patrimonio alucinante y rincones repletos de historia, declarado Conjunto Histórico-artístico en 1944.

Vista área de la muralla y Ciudad Rodrigo

Historia.

 

Para empezar, ha sido un lugar que gracias a su situación geográfica ha hecho posible los diferentes asentamientos para la prosperidad de distintas sociedades. Desde la prehistoria ya en el paleolítico inferior y superior hay yacimientos arqueológicos y rupestres en la zona, como el de la Siega Verde, posteriormente hacía el siglo VI. A.C. los vetones poblaron esta ciudad y dominaron el área.

 

De la época romana escasos restos se conservan,  siendo los mas conocidos los correspondientes a las tres columnas de un templo, que en la edad media se adoptaron como símbolo heráldico y a la antigua Miróbriga, término con el que se conocía a la ciudad y razón por la que el gentilicio de esta preciosa villa es mirobriguense.

Tres columnas de un antiguo templo romano

Durante la edad media y épocas posteriores siempre tuvo un importancia imponente por su situación estratégica en la frontera con Portugal, pugna constante entre el reino de Castilla y Portugal. Tal fue la importancia de Ciudad Rodrigo que Fernando II la elevó a sede episcopal, motivo por el cual la villa tiene una preciosa catedral. Es esta misma catedral lo primero que se avista de Ciudad Rodrigo, una ciudad amurallada que ha envejecido vestida de palacios y acicalada con las intrigas y hazañas de grandes linajes y nobles abolengos.

Vistas de la catedral desde el exterior de la ciudad amurallada

Y ya en la edad moderna y contemporánea tiene su máximo exponente en la Guerra de la Independencia Española de 1810, con el sitio de Ciudad Rodrigo. Los 5.500 defensores españoles establecieron una defensa valiente frente a 65.000 franceses que retrasó la invasión un mes, y ayudó al ejército británico-portugués a culminar su estrategia de defensa de Portugal y rechazar así la invasión, que de haberse llevado a cabo habría convertido a la Península Ibérica en un nuevo trofeo para Napoleón. Posteriormente la ciudad se recuperó en 1812 por el general Wellington durante la ofensiva que terminaría con los franceses al otro lado de los pirineos. 

verraco y torre del homenaje del castillo de enrique II

Una vez puestos en contexto, para comenzar a recorrer Ciudad Rodrigo hay que tener en cuenta que lo importante es dejar el coche bien aparcado y comenzar la visita a pie. Podemos tomar como punto de partida el  el Castillo de Enrique II, una fortaleza medieval cuya torre del homenaje puede visitarse. Es el punto más elevado de la villa y alberga en su interior el Parador Nacional.

Desde ahí se puede hacer ruta a través de la muralla medieval, testigo del paso de una historia llena de conflictos a través de sus siete puertas. Junto a las murallas se conserva un conjunto de baluartes añadidos del siglo XVIII en muy buen estado de conservación y un pequeño mirador que ofrece la panorámica del viaje, tomando como referente la ribera del río Águeda, un punto de interés natural que no hay que pasar por alto.

Vistas de Ciudad Rodrigo desde el puente a la otra orilla del río Agueda con vistas del castillo enrique ii
claustro palacio de los águila

Próximo al castillo, subiendo hacia la calle de Juan Arias se llega al Palacio de los Águila, un bonito palacio renacentista del siglo XVI con un imponente claustro. Además de ser la sede de la Oficina de Turismo, guarda a buen recaudo auténticos tesoros de Goya, una colección de 82 grabados de la Guerra de la Independencia. 

Siguiendo en paralelo a las murallas la siguiente parada hay que hacerla en la catedral. En el camino, dirección a la plaza del Salvador, aparecen la Casa de la Cadena y la Casa de la Marquesa de Cartago junto al obispado que bien merecen una fotografía.

La catedral se levanta inicialmente en el siglo XII en un románico de transición y tiene tres portadas. Su interior esconde un ramillete de capillas barrocas, mausoleo de familias nobles y distinguidas como los Pacheco y la sede del Museo catedralicio.

La Torre de las Campanas, ubicada sobre el Pórtico del Perdón, aun conserva cañonazos de la Guerra de la Independencia, huellas dactilares de la mano francesa que tomó la ciudad con fuego y pólvora.

Catedral ciudad rodrigo

Desde la catedral hay que hacer camino hacia la Plaza Mayor, por lo que saliendo por la Puerta de las Cadenas y tomando la calle Julián Sánchez aparece la Iglesia de Cerralbo, un templo herreriano del siglo XVI que nos recuerda la sobriedad de estas tierras. Se construyó como panteón de los Pacheco y se dice que para hacer sombra a la catedral. También son visibles los destrozos de la Guerra de la Independencia.

 

Al final de la calle se encuentra la Plaza Mayor, aorta de la ciudad y punto de encuentro para viajeros y parroquianos. Se puede dar una vuelta más a través de las aledañas plazas del Buen Alcalde y del Conde para seguir admirando los palacios que esconde Ciudad Rodrigo intramuros, como el de Moctezuma o el de los Montarco.

plaza mayor de ciudad rodrigo con el ayuntamiento al fondo

En la Plaza Mayor se encuentran el Ayuntamiento y el Palacio del Primer Marqués de Cerralbo, ambos del siglo XVI y donde el arte plateresco es protagonista. Antiguamente era el lugar que ocupaba el mercado popular pero hoy en día está tomado por terrazas donde poder terminar la jornada con un buen vino de la tierra y la satisfacción de haber conocido un poco más el que posiblemente sea uno de los pueblos más bonitos de Salamanca.

Si tomar unos vinos en la Plaza Mayor no es suficiente no hay que poner el grito en el cielo. Estamos en Salamanca, uno de los bastiones gastronómicos de Castilla y León, un lugar donde el cerdo y la carne de vaca morucha tienen nombre propio. Maestros en la cocina de aprovechamiento, como se hace con los "menudos" del cordero para la elaboración de la chanfaina, no dejan de lado platos tan castellanos como el tostón asado en horno de leña, las patatas "meneás" y el famoso hornazo salmantino, toda una institución gastronómica en nuestro país. Aunque aquí se viene a descubrir el "farinato", un embutido de pan, manteca de cerdo ibérico y pimentón (entre otras especias) que no falta en ningún lugar de la ciudad.

Recomendación: la belleza de sus palacios te deslumbrará

 

Textos y fotografias de https://viveciudadrodrigo.es/ y www.traveler.es

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